Estas matando algo en mí, algo bello, algo q adorna
mis días, q le da brillo a las estrellas d noche, q hace más tibio el calor del
mediodía.
Es tan angustiante decirlo tan serena, así…como
entregada, resignando al corazoncito acompasado por tus “te amo”, de niña d 22
marzos y ansias d mil más a tu lado (q enseñoreaba hasta hace unos ya varios
suspiros d congoja y vacío)
Estas matando, perdón, mataste…una mirada llena, repleta
y rebosante, pura de amor.
Era para vos, si, ya no está….te la llevaste por calles
grises de realidades que jamás quise aceptar, que nunca me resigné a creer y hoy sin
poder defenderme las sentí en mi piel, piel que descamada d pájaros y primavera se
siembra d otoño y hojas secas.
¿Me has dejado la piel gris o la mirada sin colores?
Porque ya no es mi corazón el q te mira, lo has cubierto
con un manto…pero, como te necesito tanto, miro tu imagen con ojos nuevos aunque
de llanto, con ojos que nacen y ya están cansados…te miro, te amo y te extraño con
ellos, ojos de mujer colmados d recuerdos gratos y…sigo buscando, nada más en la cajita,
solo pasado pisado…por tus pies, tus zapatos gastados, ajenos a mi vida e
ingratos.
Además, llevando tu paso, esos que al sentirlos aceleran
mi corazón como (pienso) solo lo haría un mago, y q hoy pasaron de largo. Los
llame llamándote pero su ritmo siguió constante, de pronto más rápido.
No te importó mi llanto, mi angustia, mis ruegos, mis…mis…
mis “todo” te llevaste por ese lugar frío, por esa sangre
helada, por ese velo opaco
Y sigo a tu lado sin liberar ese “adiós para siempre”,
aun sabiendo eso que era hermoso, condenado.
Quiero inventarme un nuevo hombre, nuevas pautas para
mi príncipe encantado:
QUE NO LE IMPORTE SI LLORO.
Horroroso lo vería alguien que no ama ni se ha
ilusionado…pero yo, y con vos, con quien todo lo hermoso del mundo he tocado, con
vos príncipe de un error, una imperfección que hoy ha matado, con vos hombre d
pecho seguro y abrazo, con vos mi primera vez, mi amigo, mi risa…¿como no poder
obviarlo?
En gris, en otoño, en angustia…pero a tu lado, tal vez
no importe demasiado.
O sí, y barra las hojas, y las haga crujir como jugando,
y las amontone como un triste ayer, y te pinte con mi gris y, con mi dignidad
pequeñita, recién nacida, te haga a un lado.