lunes, 17 de noviembre de 2014

La casa de enfrente (año 2010)

La casa de enfrente no tiene sentido.
Nada lo tiene.
El viejito sacude el mantel, es un viejo común y corriente.
Ya no es él dentro de unos 30 años, no tiene arrugas de tantas risas compartidas, no tiene manos gastadas de acariciarme, no tiene el tiempo mágico en su mirada.
La señora barre el balcón, y no pude adornarla con 20 años menos ni le vi cara de Noelia. Le grité que lo abrazara aunque sea, pero me miró con gesto de“¿estas loca?"
Ellos no entienden nada.
Nadie lo entiende.
Ni él, joven ahora o viejo acá enfrente.
Nadie entiende lo que a uno le pasa cuando pierde todo lo que ama, nadie entiende lo que a mi me pasa.
Hay un mañana que me arroja payasos tristes, princesas muertas y peor aun, escarpines de bebés que juegan a los monstruos, y me asustan susurrando canciones de cuna para dos angelitos llamados Jahaziel y Paloma.
Las agujas del reloj corren hacia atrás para protegerme y darme un respiro de paz, un montoncito de completud, esa completud que me hacia la vida maravillosa.
Él me hacia la vida maravillosa porque mas que el amor a mi jamás me importo nada…y él, que se fue, que exploto, que se incendio y dejo su recuerdo, su ruido y su ceniza…él era el amor.
Y diciendo amor digo mas que eso, porque cualquiera podría consolarme con la espera del siguiente, pero mi hombre era mas q la luz y el calor, se convirtió en el sol…la fuente.
Yo no soy yo desde que lo conocí. Me alimento si esta él, río si él me inspira, me siento linda solo si él me mira. Es palabra y significado, digo amor y digo el…digo amor y exhalo angustia, y cuento soledades, y renazco mil veces en la muerte.
La casa de enfrente esta pintada en un cuadro llamado los sueños truncados.
El viejo se sienta a la sombra, me extraña y desubica su contextura física, no tiene sus cejas gruesas ni rasgos árabes, no tiene su cicatriz y es bastante mas alto.
Quiero rogarle a la señora un abrazo, que me reconstruya la mirada de enamorada sutilmente con ese gesto…un abrazo: así pienso que es él con otra cara, que soy ella con otro color de pelo.
 -"Dele un abrazo señora"-…dele un abrazo así me lo creo, así le digo nuevamente para mis adentros que lo amo, y que mirando al frente nos veo a nosotros y nuestra vida de jardines colgantes en rostros ajenos.
Pero la escena oscurece con la tarde, con el tiempo estático y los silencios.
Y vuelve a no tener sentido.
Nada lo tiene.
Ni el viejo.

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